martes, 14 de agosto de 2012

Sabe usted en realidad lo que come? Por: Jorge Manosalva

¿Tiene una disciplina seria frente a la ingestión de alimentos? ¿o simplemente se deja llevar por el acto mismo de llenarse el estómago?

En principio, se puede decir que el requisito fundamental de una alimentación es que sea completa; esto quiere decir, que contenga todos los nutrientes que el cuerpo necesita para ob- tener energía (calorías) y poder cumplir sus funciones.




El organismo tiene necesidades precisas que puede satisfa- cer con cerca de ochenta nutrimentos; más de la mitad de ellos puede sintetizarlos o ‘fabricarlos’ a partir de elementos adecua- dos; los otros los obtiene a través de lo que ingiere, o de diver- sos complementos o suplementos nutricionales.
Muchos alimentos contienen varios nutrientes, pero no hay uno que por sí mismo los contenga todos en la cantidad 14 que el organismo exige para mantener la salud y un buen estado nutricional. Es por ello que lo más recomendable es incluir en las comidas, a lo largo del día, alimentos de todos los grupos: verduras y frutas, pan y cereales, leguminosas (legumbres) y productos de origen animal como carne, pollo, pescado y lácteos o sus derivados, bajos en calorías.

Por ejemplo, los minerales y las vitaminas se encuentran en casi todos los alimentos, siendo algunos más ricos que otros, como las frutas y las verduras.

Sin embargo, nutrirse no es sólo cuestión del acto físico de ingerir tal o cual alimento, ni una buena alimentación depende única y exclusivamente del dinero o del estrato social al que pertenezca una persona (que obviamente influye).

Las costumbres nutricionales están sujetas a variables como la persona, la familia, la ciudad, las tradiciones… Por eso es muy importante desarrollar un plan sano, acorde con los productos e ingredientes que sea posible adquirir.

En ese sentido, un país como Colombia es definitivamente privilegiado porque gracias a su diversidad de climas ofrece una gran variedad de alimentos.


Me deprimía por mi exceso de peso y por ello recurría a la comida. Cada vez comía más y era más gordo. Desesperado por mi situación probé miles de fórmulas caseras, el parche adelgazante, fajas, agujas, pastillas y dietas: la de los trece días, la del atún y la piña, la sopa quema grasa, la de proteínas… Hacía todo lo que me decían para adelgazar y nada funcionaba, o si perdía algunos kilos, días después los recuperaba e incluso subía un poco más cuando regresaba a mis malos hábitos alimenticios. Para mí era muy difícil controlar esa ansiedad hasta el punto de interrumpir mi sueño para comer algo y continuar durmiendo.
“Jorge Manosalva”

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